miércoles, 9 de abril de 2008

Lo que no necesitamos

De todos es conocido que no hay mejor desprecio que la falta de aprecio. Sin embargo, hay veces en las que uno no puede resistirse.

De un tiempo a esta parte, sobre todo desde que ciertos gurús del ciberespacio sanluqueño no se sienten suficientemente recompensados por lo que creen que ha sido su determinante papel en el vuelco electoral de las últimas municipales, hay sitios en esta ciudad en los que vale todo si de lo que se trata es de darle caña a los políticos. Y cuando digo todo me refiero, por ejemplo, a trascender desde la crítica legítima a una gestión hasta el descrédito personal; o a confundir el espacio de lo público con el ámbito privado de las personas.

Algunos han llegado a tales cotas de ignominia que no han dudado en ridiculizar y dejar que sean ridiculizados los representantes libremente elegidos por los ciudadanos con afrentas basadas en aspectos de tal bajeza moral como su acento, su habla o algo tan sorprendente como la tendencia a sonreir de una persona.

Los que hace poco más de un año se autoproclamaban como baluartes y garantes de la libertad de expresión en Sanlúcar, regentan ahora sus medios como señoritos de un cortijo en el que se ha colgado en la puerta el cartel de "se reserva el derecho de admisión". Han adoptado para sí el mismo sectarismo que antes denostaban y han convertido el seguidismo en su religión. O se está con ellos o contra ellos. No hay más.

Somos muchos, me incluyo, los que creemos férreamente en la crítica ―dura si en necesario― como instrumento imprescindible en una sociedad democrática. Yo soy de los que ha "dado cera" cuando lo he creído oportuno. Y lo he hecho a unos y a otros, sin importarme su afiliación política, sino sus actos. Los he valorado por lo que han hecho y por lo que han dejado de hacer; por el cómo y el por qué; por el cuándo y el dónde; pero nunca por el quién.

Nuestro pueblo adolece de muchas carencias. Necesitamos casi de todo, pero no de mesías, salvapatrias, iluminados y faltones que, sirviéndose de nuestra precaria situación, sólo buscan el protagonismo y el escaparate en el que lucir sus habilidades y vender sus productos. Para eso está el mercado, no Sanlúcar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esos sitios a los que te refieres están en claro declive. Han entrado en una dinámica autodestructiva gracias al inestimable papelón que está haciendo su "creador". Sólo es cuestión de tiempo para cada uno quede en el lugar que merece.