En el acto estará presente, asimismo, el director del hipermercado Alcampo de Sanlúcar, Rafael Tristán, que presentará todas las novedades relativas a la primera tienda de la cadena en la provincia de Cádiz y que estará ubicada en el Parque Comercial Las Dunas de la carretera de El Puerto.
RECORTE DE SUELDO PARA VERDÚN
MENDICUTTI PUBLICA SU NUEVA NOVELA
El escritor sanluqueño acaba de sacar al mercado 'Ganas de hablar', editado por Tusquets, en la que hace una férrea defensa del habla andaluza. Para Eduardo Mendicutti, uno de los ejes fundamentales de la novela es la "supervivencia" de nuestra forma de hablar, que se encuentra en "vías de extinción" por la amenaza de la jerga "encorsetada del mensaje de móvil, del chateo o de los medios de comunicación que todos repetimos como electrodomésticos".
Después de toda una vida arreglándoles las uñas a domicilio a las «señoras bien» de La Algaida con su haute manicure, y dándoles bullanguera y muchas veces terapéutica conversación, el manicura Cigala recibe el reconocimiento oficial de sus paisanos, que le consideran una verdadera institución: el pleno municipal acuerda ponerle su nombre a una calle.
Entusiasmado por la noticia, y alentado por sus irrefrenables y reivindicativas «ganas de hablar», Cigala pide que le pongan su nombre a la hasta ahora llamada calle Silencio, como compensación por cuanto, aunque parezca mentira, ha tenido siempre que callar. Con esas mismas «ganas de hablar», y hasta la fecha fijada para el acontecimiento, se lo irá contando todo, día a día, no sólo a su senil y silenciosa hermana Antonia, con la que vive y a la que cuida, y a sus clientas, y a la Fallon, y al curita Pelayo, sino también a sí mismo y a los fantasmas de su pasado, y se enfrentará a la pitracosa Purita Mansero y a todos los que se escandalizan porque le quite la calle nada menos que al Cristo del Silencio, cuya cofradía pasa por ahí cada Miércoles Santo.
En Ganas de hablar, Eduardo Mendicutti reconstruye, por medio de apasionados soliloquios, la vida de un personaje que se reconoce en otros –mujeres, inmigrantes, gente fina venida a menos– y que reclama su derecho a recordarlo todo. Y lo hace recreando de manera prodigiosa un combativo y colorista lenguaje coloquial, ya en peligro de extinción, que acaba por erigirse en el otro gran protagonista de la novela.